domingo, 6 de junio de 2010

Discurso de Benedicto XVI en el encuentro ecuménico en Chipre

Discurso de Benedicto XVI en el encuentro ecuménico en Chipre
En la Iglesia de la Columna de San Pablo, junto a Pafos
PAFOS, viernes, 4 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que pronunció Benedicto XVI en el encuentro ecuménico que mantuvo con Su Beatitud Crisóstomos II, arzobispo de Chipre, y representantes de otras confesiones cristianas, en la tarde de este viernes en la iglesia de Agia Kiriaki Chrysopolitissa (conocida también como la Iglesia de la Columna de San Pablo), lugar de culto ortodoxo abierto a los católicos y a los anglicanos para la celebración eucarística.

* * *
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

[En griego:]
"A vosotros gracia y paz en abundancia" ( 1 Pedro 1,2). Con gran alegría os saludo a vosotros que representáis a las comunidades cristianas presentes en Chipre.

[En inglés:]
Doy las gracias a Su Beatitud Crisóstomos II por las amables palabras de bienvenida, a su eminencia Jorge, metropolita de Pafos, que nos acoge, y a quienes se han comprometido para hacer posible este encuentro. Con gusto saludo cordialmente a los cristianos de otras confesiones aquí presentes, incluidos quienes pertenecen a las comunidades armenia, luterana y anglicana.

En verdad, es una gracia extraordinaria para nosotros estar reunidos en oración en esta iglesia de Agia Kiriaki Chrysopolitissa (Iglesia de la Santísima Señora recubierta de Oro). Acabamos de escuchar la lectura de los Hechos de los Apóstoles, que nos ha recordado cómo Chipre fue la primera etapa de los viajes misioneros del apóstol Pablo (Cf.Hechos 13, 1-4). Separados por el Espíritu Santo, Pablo, junto a Bernabé, originario de Chipre, y a Marcos, el futuro evangelista, primero llegaron a Salamina, donde comenzaron a proclamar la Palabra de Dios en las sinagogas. Atravesando la isla, llegaron a Pafos, donde cerca de ese lugar predicaron en presencia del procónsul romano Sergio Paulo. Por tanto, desde este lugar, el mensaje del Evangelio comenzó a difundirse en todo el imperio y la Iglesia, fundada sobre la predicación apostólica, fue capaz de echar raíces en todo el mundo entonces conocido.

Con razón, la Iglesia en Chipre puede sentirse orgullosa de sus lazos directos con la predicación de Pablo, Bernabé y Marcos y de la comunión en la fe apostólica, que la une a todas las iglesias que tienen la misma regla de fe. Esta es la comunión real, aunque imperfecta, que ya nos une y nos impulsa a superar nuestras divisiones y luchar para restaurar la plena unidad visible que el Señor desea para todos sus seguidores. Porque, en palabras de Pablo, hay "un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo" (Efesios 4, 4-5).
La comunión eclesial en la fe apostólica es tanto un don y a la vez un llamamiento a la misión. En el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que acabamos de escuchar, nos presenta una imagen de la unidad de la Iglesia en la oración, en la apertura a los impulsos del Espíritu a la misión. Como Pablo y Bernabé, cada cristiano, a través del bautismo, es "separado" para que testimonie proféticamente al Señor resucitado y a su evangelio de reconciliación, de misericordia y de paz. En este contexto, la asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, que se reunirá en Roma en el mes de octubre, reflexionará sobre el papel vital de los cristianos en la región, les alentará en su testimonio del Evangelio y les ayudará a promover un mayor diálogo y cooperación entre entre los cristianos de toda la zona. De manera significativa, las sesiones del Sínodo serán enriquecidas por la presencia de delegados fraternos de otras Iglesias y comunidades cristianas de la zona, como signo de compromiso común al servicio de la Palabra de Dios y de nuestra apertura a la potencia de su Gracia que reconcilia.
La unidad de todos los discípulos de Cristo es un don que hay que implorar del Padre, con la esperanza de que refuerce el testimonio del Evangelio en el mundo de hoy. El Señor rezó por la santidad y la unidad de sus discípulos precisamente para que el mundo crea (Cf. Juan17, 21). Hace exactamente cien años, en la Conferencia Misionera de Edimburgo, la aguda conciencia de que las divisiones entre los cristianos eran un obstáculo a la difusión del Evangelio dio origen al movimiento ecuménico moderno. Hoy tenemos que dar gracias al Señor, quien a través de su Espíritu, nos ha llevado --especialmente en las últimas décadas-- a redescubrir la rica herencia apostólica compartida por Oriente y Occidente y, a través de un diálogo paciente y sincero, a encontrar los caminos para volver a acercarnos el uno al otro, superando las controversias del pasado y mirando hacia un futuro mejor.
La Iglesia en Chipre, que hace de puente entre Oriente y Occidente, ha contribuido mucho a este proceso de reconciliación. El camino hacia la plena comunión no estará libre de dificultades, pero la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa de Chipre están decididas a avanzar en el diálogo y la colaboración fraterna. ¡Que el Espíritu Santo ilumine nuestras mentes y robustezca nuestra determinación para que juntos podamos llevar el mensaje de la salvación a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo, que tienen sed de esa verdad que ofrece libertad auténtica y salvación (Cf. Juan 8, 32), la verdad cuyo nombre es Jesucristo!
Queridos hermanos y hermanas: no puedo concluir sin evocar la memoria de los santos que han embellecido a la Iglesia en Chipre, en particular, san Epifanio, obispo de Salamina. La santidad es el signo de la plenitud de la vida cristiana, de una profunda docilidad interior al Espíritu Santo que nos llama a una conversión y a una renovación constantes, mientras nos esforzamos por conformarnos cada vez más con Cristo, nuestro Salvador. Conversión y santidad son también los medios privilegiados para abrir la mente y el corazón a la voluntad del Señor que quiere la unidad de su Iglesia. Al dar gracias por este encuentro y por el fraterno afecto que nos une, pidamos a los santos Bernabé y Epifanio, a los santos Pedro y Pablo, y a todos los santos de Dios, que bendigan nuestras comunidades, que nos conserven en la fe de los apóstoles, y que guíen nuestros pasos por el camino de la unidad, de la caridad y de la paz.
[Traducción del original inglés realizada por Jesús Colina
©Libreria Editrice Vaticana]
La unidad de los cristianos es posible, asegura el Papa en Chipre
En el encuentro ecuménico celebrado con el arzobispo Crisóstomos II
PAFOS, viernes, 4 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha llegado a Chipre este viernes convencido de que es posible alcanzar la unidad entre los cristianos, especialmente con los ortodoxos, y así lo ha dejado claro en su primer encuentro público en esta isla del mediterráneo.
Tras la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto internacional de Pafos, el Papa se dirigió directamente a la iglesia de Agia Kiriaki Chrysopolitissa de Pafos para participar en un encuentro ecuménico acogido por Su Beatitud Crisóstomos II, arzobispo de Chipre, y representantes de otras confesiones cristianas, en particular armenios, luteranos y anglicanos.
En el encuentro, celebrado al aire libre, junto a los restos arqueológicos de la basílica paleocristiana del siglo IV, que se encuentran al lado de este templo, conocido también como la Iglesia de la Columna de San Pablo, el Papa invitó reconocer los avances que ha experimentado en los últimos años el ecumenismo.
"Hoy tenemos que dar gracias al Señor, quien a través de su Espíritu, nos ha llevado --especialmente en las últimas décadas-- a redescubrir la rica herencia apostólica compartida por Oriente y Occidente y, a través de un diálogo paciente y sincero, a encontrar los caminos para volver a acercarnos el uno al otro, superando las controversias del pasado y mirando hacia un futuro mejor", afirmó.
Las palabras del Papa fueron acogidas con entusiasmo por Cristóstomos II, quien al ser elegido para ese ministerio en noviembre de 2006, se convirtió en un gran promotor de la unidad con la Iglesia de Roma, utilizando las buenas relaciones que mantiene tanto con el patriarcado de Constantinopla como con el de Moscú.
Ya antes de ser elegido arzobispo de Chipre había dado muestras de compromiso ecuménico pues siendo metropolita de Pafos había establecido que esa misma iglesia tan querida por los chipriotas abriera sus puertas a la celebración eucarística de la comunidad católica y de otras confesiones.
El Papa explicó que para que los cristianos sean creíbles en el anuncio del Evangelio necesitan estar unidos y consideró que éste es uno de los objetivos del próximo Sínodo de los Obispos de Oriente Medio que se celebrará en Roma, en octubre.
"Reflexionará sobre el papel vital de los cristianos en la región, les alentará en su testimonio del Evangelio y les ayudará a promover un mayor diálogo y cooperación entre entre los cristianos de toda la zona", anunció.
Y luego reveló: "De manera significativa, las sesiones del Sínodo serán enriquecidas por la presencia de delegados fraternos de otras Iglesias y comunidades cristianas de la zona, como signo de compromiso común al servicio de la Palabra de Dios y de nuestra apertura a la potencia de su Gracia que reconcilia".
Según el Papa, "la unidad de todos los discípulos de Cristo es un don que hay que implorar del Padre, con la esperanza de que refuerce el testimonio del Evangelio en el mundo de hoy".
Los presentes, incluyendo los ortodoxos, acogieron estas palabras al final de su discurso gritando "¡Benedetto, Benedetto, Benedetto!".
Al final de la celebración ecuménica, el Papa bendijo una placa inaugural de un asilo para ancianos que la comunidad católica está construyendo en Pafos.
A continuación el Papa regresó a Nicosia, pues se aloja en la nunciatura apostólica de la capital, que se encuentra en la "línea verde" que separa la zona greco-chipriota del territorio bajo ocupación turca, quedando su seguridad confiada a los soldados de las Naciones Unidas.
El Papa a los chipriotas: “resolved con paciencia” los problemas de la Isla
Chipre, encrucijada de culturas y religiones
PAPHOS, viernes 4 de junio de 2010 (ZENIT.org).- “Que el amor por vuestra patria y vuestras familias y el deseo de vivir en armonía con vuestros vecinos bajo la protección misericordiosa de Dios omnipotente, os inspire para resolver pacientemente los problemas que aún compartís con la comunidad internacional para el futuro de vuestra isla”.
Con estas palabras saludó hoy el Papa a los chipriotas, en el discurso pronunciado a su llegada al aeropuerto internacional de Paphos, donde fue recibido por el Presidente de la República de Chipre, Demetris Christofias, por el Patriarca ortodoxo de Chipre, Crisóstomo II, y por los patriarcas y obispos católicos de Oriente Medio.
Tras el saludo del Presidente Christofias, el Papa se dirigió a los presentes recordando que Chipre “se encuentra en la encrucijada de culturas y religiones, junto con historias gloriosas y antiguas”, y que su “herencia espiritual y cultural” debe contribuir a enriquecer a Europa.
“Desde cuando los Apóstoles trajeron el mensaje cristiano a estas orillas, Chipre ha sido bendecida por una fuerte herencia cristiana”, subrayó.
El Papa se dirigió al Patriarca ortodoxo, Crisóstomo II, a quien saludó “como a un hermano en la fe”, y mostró su “intensa esperanza” de “poder encontrar pronto a muchos otros miembros de la Iglesia ortodoxa de Chipre”.
“Espero también con alegría poder saludar a los demás responsables religiosos chipriotas. Espero reforzar nuestros vínculos comunes y reafirmar la necesidad de consolidar la confianza recíproca y la amistad duradera con todos aquellos que adoran al único Dios”, añadió.
Por último, el Papa se refirió a uno de los principales objetivos de su viaje, la entrega del Instrumentum Laboris para la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos.
“Esta Asamblea examinará muchos aspectos de la presencia de la Iglesia en la región y los desafíos que los católicos deben afrontar, a veces en circunstancias difíciles, viviendo la comunión con la Iglesia católica y ofreciendo su testimonio al servicio de la sociedad y del mundo”, explicó.
En este sentido, afirmó que Chipre es “un lugar apropiado desde el que lanzar la reflexión de nuestra Iglesia sobre el lugar de la comunidad seglar católica en Oriente Medio, nuestra solidaridad con todos los cristianos de la región y nuestra convicción de que éstos tienen un papel insustituible que mantener en la paz y en la reconciliación entre sus pueblos”.

Crisóstomos II pide ayuda al Papa ante la profanación turca de iglesias
“Nuestro patrimonio cultural ha sido robado persistentemente”
PAFOS, viernes, 4 de junio de 2010 (ZENIT.org).- El líder de la Iglesia ortodoxa en Chipre pidió la ayuda de Benedicto XVI y de la Iglesia católica para que termine la profanación de iglesias que tiene lugar en la zona de la isla ocupada por Turquía.
El discurso que dirigió Su Beatitud Crisóstomos II, arzobispo de Nueva Justiniana y de todo Chipre, al Papa durante el encuentro ecuménico celebrado en la tarde de este viernes, en la iglesia de Agia Kiriaki Chrysopolitissa de Pafos, se convirtió en un grito de ayuda para recuperar las más de 500 iglesias que se encuentran bajo dominio turco desde 1974.
Y no todas esas iglesias son ortodoxas, algunas pertenecen a la comunidad maronita o armenia, y hoy han sido transformadas por los ocupantes en depósitos militares, establos, discotecas, mezquitas...
"Turquía, que nos ha atacado de una manera bárbara, y que con el poder de las armas ocupó el 37 por ciento de nuestro territorio, está promoviendo -con la tolerancia del así llamado mundo 'civilizado', planes oscuros, y el primero de ellos es la anexión de nuestros territorios ocupados y de todo Chipre", afirmó
"En nuestra isla, como lo ha hecho en otros lugares, Turquía ha aplicado un plan de limpieza étnica. Expulsó a los ortodoxos cristianos de sus casas ancestrales y trajo --y sigue trayendo-- cientos de miles de personas de Anatolia para alterar el carácter demográfico de Chipre".
"Nuestro patrimonio cultural ha sido robado persistentemente y nuestros monumentos cristianos han sido destruidos o vendidos en los mercados de mercantes ilegales de antigüedades con el objetivo de desnudarla de toda huella greiga o cristiana", afirmó el arzobispo hablando en griego.
Ante el sufrimiento de la Iglesia ortodoxa en Chipre que dura desde hace 36 años, el arzobispo Crisóstomos aseguró al Papa: "Esperamos en vuestra ayuda para asegurar protección y respeto a nuestros monumentos sagrados y nuestra herencia cultural de manera que los valores de nuestro espíritu cristiano prevalgan. Estos valores son brutalmente violados por Turquía, un país que quiere entrar en la Unión Europea".
Por Jesús Colina
El Papa en Chipre: “una nueva era de apertura” entre católicos y ortodoxos
Habla el archimandrita Ignatios, consejero de la Representación de la Iglesia de Grecia ante la Unión Europea
PAPHOS, viernes, 4 de junio de 2010 (ZENIT.org).- En Chipre ha comenzado una "nueva era de apertura" en el diálogo entre ortodoxos y católicos, reconoce en una entrevista concedida a ZENIT el archimandrita Ignatios Moysis Sotiriadis, consejero de la Representación de la Iglesia de Grecia ante la Unión Europea, al analizar el contexto de la visita de Benedicto XVI a la isla.
Manifestando la importancia que atribuye al diálogo con la Iglesia ortodoxa, el Papa ha querido participar, nada más llegar a la isla, en una celebración ecuménica en el área arqueológica de la iglesia de Agia Kiriaki Chrysopolitissa, junto con el arzobispo ortodoxo de Chipre Crisóstomos II.
El archimandrita, que participó en el Sínodo de los Obispos católicos en el Vaticano sobre la Palabra como "delegado fraterno", constata que la visita del Papa a Cipre tiene lugar en un momento decisivo, "pues la Iglesia de Chipre entra finalmente bajo la guía iluminada de su nuevo arzobispo Crisóstomos II en una nueva era de apertura, de diálogo y de reconciliación con las confesiones cristianas. Ciertamente dentro de la Iglesia de Chipre y y en otras hay voces contrarias al diálogo con la Iglesia romano-católica, pero esto forma parte de la naturaleza del diálogo interno de las Iglesias".
Desde que ha sido elegido arzobispo de Chipre, el 6 noviembre 2006, el arzobispo Crisóstomos II ha logrado ya claros progresos ecuménicos.
"Fue a visitar a Roma, en el año 2007, al Papa Benedicto; participó después en la Jornada de la Paz de la Comunidad de San Egidio y, por último, organizó esa misma jornada en Nicosia", recuerda el archimandrita. "Acogió el diálogo teológico entre las dos Iglesias y ha preparado el clima oportuno para la histórica visita del pontífice a la isla de san Bernabé. Además ha instaurado lazos fraternos con los máximos movimientos de la Iglesia católica. Y estamos sólo al inicio, creo", añade el archimandrita.
De este modo, esta nueva figura de la Ortodoxia ha entrado en relación con los avances en la unidad entre los patriarcas de Constantinopla, Bartolomé I, y de Moscú, Kiril I, que a finales de mayo han vivido un encuentro histórico en Rusia y que es decisivo para preparar el esperado Concilio Panortodoxo.
"Creo que el dinamismo y la incansable acción de una persona de gran carisma, como el patriarca ecuménico Bartolomé influye mucho en el futuro positivo del diálogo teológico y de la colaboración en Europa y en el mundo con la Iglesia católica. Por otra parte, la Iglesia rusa, en la figura sabia y de amplias miras de su nuevo pastor, el patriarca Kiril, está reconstruyendo la vida espiritual del pueblo ruso y lo prepara para el diálogo con la Iglesia de Roma. El diálogo fraterno entre los dos patriarcas ortodoxos, desde mi punto de vista, facilita mucho el clima positivo del diálogo ecuménico, en el que se darán muchos pasos adelante en el futuro", afirma el representante ortodoxo.
El archimandrita considera que todos los cristianos, católicos y ortodoxos, tienen que salir en ayuda de la Iglesia de Chipre y de sus iglesias destruidas o profanadas en el norte de la Isla, ocupado por Turquía.
"¡Ante todo, tienen que rezar, rezar mucho, rezar más! Y después colaborar juntos en Europa y en sus países, así como en el seno de las instituciones europeas, para que Europa comprenda que el patrimonio cultural y artístico de Chipre es un patrimonio cristiano común, que pertenece a todos los pueblos europeos".
"De este modo, Europa, consciente de este tesoro, tratará de convencer a Turquía para que dé el permiso de restaurar paulatinamente los lugares de culto cristianos que se encuentran en la parte ocupada de Chipre. Este gesto sería una óptima prueba de que Turquía, en proceso de integración en la Unión Europea, respeta la libertad de culto y que finalmente puede presentarse al mundo con un perfil europeo", concluye.
Antes de terminar la entrevista, el archimandrita recuerda al obispo católico Luigi Padovese, vicario apostólico de Anatolia y presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía, asesinado el día anterior a los 63 años. Era, confiesa, "amigo y hermano": "todavía estoy bajo 'shock'".
Por Jesús Colina
El Papa visita Paphos, punto de partida de la misión de Pablo
Dos mil años de cristianismo vivo en esta región
PAPHOS, viernes 4 de junio de 2010 (ZENIT.org).- La visita del Papa Benedicto XVI a la ciudad de Paphos, con su antigua historia cristiana antigua, se dedicará por entero a la unidad ecuménica e interconfesional. La celebración ecuménica, que tiene lugar justo en el inicio de su viaje en el yacimiento arqueológico de la iglesia de Agia Kyriaki Chrysopolitissa, no podía ser más simbólico.
Por el Libro de los Hechos (Hch 13, 4-13) sabemos que san Pablo, en esta ciudad costera en el suroeste de la isla mediterránea de Chipre, tuvo el primer éxito importante de su misión. Con la conversión del procónsul Sergio Paulo, este punto en el borde sureste del Mare Nostrum, cuyo territorio fue conquistado por Roma, resultó ser el primer país con gobierno cristiano en la historia del cristianismo.
La atención del primer tema importante en el día de llegada será el pilar de san Pablo, fuera de la iglesia de Agia Kyriaki. Delante de un pistacho y en medio de arena y fragmentos de toba amarilla y columnas, el pilar se levanta en suelo desnudo, con sus vetas blancas grisáceas. Recibimos garantías sobre él en un sencillo panel de piedra, con una inscripción en negro: Aquí, en este humilde lugar, atado a este pilar que ni siquiera medía un metro de altura, del Apóstol de las naciones sufrió, en el 47 dC, aproximadamente 39 azotes, porque fue acusado de provocar disturbios.
Este hecho sólo se transmitió a través de una leyenda, no ha sobrevivido a este incidente. En el libro de los Hechos, este éxito de la misión de Pablo marca el preludio de la difusión del Cristianismo en todo el mundo. Un descubrimiento arqueológico realizado en 1999 da más garantías de autenticidad, asegura el historiador y periodista Michael Hesemann en una entrevista concedida a ZENIT. Se base en los trabajos del arqueólogo italiano Filippo Giudice, de Catania (Sicilia), quien en 1999 un fragmento de mármol con la inscripción LOY - OSTO, que los expertos leen como sigue: (PAU) LOY (AP) osto (LOY).
Según criterios paleográficos, el objeto ha sido datado como perteneciente al siglo I o a principios del siglo II dC.
"Si esto es así, la inscripción de Paphos sería el testimonio histórico más antiguo de la obra del Apóstol de los gentiles en Chipre", dijo a ZENIT Hesemann, "incluso, la inscripción más antigua en general, que lleve su nombre".
E incluso si los creyentes sólo pudiesen contar con la leyenda de la columna Paulina, sin embargo, el parque arqueológico que la rodea supone una evidencia del impacto del viaje de Bernabé, Pablo y su compañero Juan Marcos. La lápida yace en los alrededores de las ruinas de una iglesia gótica medieval franciscana, con sus columnas de color amarillento. En el lugar, el área está dominada una iglesia sencilla con cúpula en forma de cruz, que está construida sobre los restos de una basílica cristiana primitiva. Es la iglesia de Agia Kyriaki, que fue entregada por la Iglesia de ortodoxa de Chipre a católicos y anglicanos.
Aquí nos encontramos con una iglesia viva: "Somos una comunidad activa", explica el padre Jim Kennedy a ZENIT. El párroco está muy ocupado y muy comprometido con los preparativos de la visita papal. "Todavía habrá una boda aquí, y también bautizos, antes de que venga el Papa viene", dice este católico inglés, sustituyendo al párroco Juan Sansour, que recientemente había sufrido un derrame cerebral.
En su parroquia ZENIT encuentra al irlandés Owen Donaghy, quien está a punto de llevar las sillas a la iglesia. Este caballero canoso de unos sesenta años, que participa activamente en la parroquia, confirma la imagen de una comunidad viva. Cerca de 650 residentes de Paphos pertenecen a la parroquia católica, que espera una alta concurrencia en estos días. "Todos los domingos contamos con alrededor de 1.000 personas en los diferentes servicios de la iglesia, que ofrecemos en diferentes idiomas”. Hay alemanes, irlandeses, franceses, filipinos y otros procedentes de Asia.
Preguntado sobre sus expectativas acerca del impacto de la visita del Papa y de la celebración ecuménica asegura: "Después de la visita, espero que haya una cercanía más estrecha entre las diversas confesiones, con los anglicanos y ortodoxos”.
El pontífice viene con un mensaje de paz: "Tenemos que aprender a convivir y aceptar las diferencias como miembros de la familia", dice. Dado que no todos los niños pueden visitar a su padre, ahora el Papa como un padre se acerca a ellos, añade.
Su esperanza la pone en una posible visita del Papa al hospicio de San Miguel, un proyecto que se inició gracias a las donaciones y los esfuerzos de los miembros de la comunidad. La construcción no se pudo completar. "Pero el Papa va a bendecir un cartel que indica a la casa", dice Donaghy. "El hospicio contará con nueve habitaciones dobles para los pacientes y ofrecerá a los cuidados paliativos gratuitamente a todos aquellos que lo necesiten, sin tener en cuenta la nacionalidad o las creencias. Esto también debe entenderse como una mano tendida a las otras confesiones, porque compartimos la misma creencia de la dignidad del hombre desde su concepción hasta su muerte natural. Esta es una de las preocupaciones comunes del Papa Benedicto XVI y del arzobispo chipriota Crisóstomo II", agregó.
Por Michaela Koller, enviada especial a Chipre, traducción del inglés por Inma Álvarez

Lo que los ortodoxos esperan de Benedicto XVI en Chipre
Entrevista con el famoso teólogo ortodoxo Theodor Nikolaou
ROMA, viernes 4 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- La primera celebración prevista del Papa Benedicto XVI a su llegada a Chipre, ha estado bajo el signo del ecumenismo. A causa de su antigua independencia, la Iglesia de Chipre tiene a sus espaldas un camino largo y movido.
Mañana sábado, en la sede episcopal ortodoxa de Nicosia, el Pontífice hará una visita de cortesía a su Cabeza, el arzobispo Crisóstomo II. Ambos firmaron el 16 de junio de 2007 una declaración conjunta, subrayando muy claramente su voluntad de caminar hacia la unidad plena.
Por ello hay motivos suficientes para considerar por un lado la historia y el presente de la Iglesia en Chipre, y por otro lado, los retos del ecumenismo.
ZENIT entrevistó sobre este tema al profesor Theodor Nikolaou, que fue hasta 2005 titular de la cátedra de Teología ortodoxa en la Universidad Ludwig-Maximilians en Münich, y a continuación director en la misma universidad, y que es el representante internacional más autorizado en este ámbito. Alemán de origen griego, habló muy abiertamente de las expectativas ortodoxas sobre la visita de Benedicto XVI a Chipre.
-En el año 431 la Iglesia de Chipre recibió la independencia del patriarcado de Antioquía. ¿Qué significado tiene?
Theodor Nikolaou: Contrariamente a la opinión corriente, según la cual en el 431 la Iglesia de Chipre obtuvo su independencia de Antioquía, parece hoy cierto, según nuevas investigaciones, que la Iglesia de Chipre, ya a finales del siglo IV como provincia de la diócesis de Oriente era también provincia de la Iglesia a nivel metropolitano, cuyos obispos elegían y ordenaban a su propio Metropolita. Esto significa que ésta era ya independiente y regulaba responsablemente sus propios asuntos. En el 431 y durante el tercer Concilio ecuménico hubo sencillamente una confirmación de esta situación. La ocasión la ofreció el hecho de que, con la introducción del sistema del patriarcado en la Iglesia, el Patriarca de Antioquía intentó extender sus derechos patriarcales sobre la circunscripción metropolitana de Chipre.
Con el reconocimiento de la independencia de la Iglesia de Chipre se confirmó también el principio religioso según el cual las provincias eclesiásticas se adecuan a las circunstancias políticas y la independencia, en el sentido de Iglesias independientes comunicantes entre sí, constituye la estructura fundamental de la Iglesia. En la época no existía un Obispo cuya jurisdicción se extendiera sobre la Iglesia global; esto sucedió en el transcurso de un desarrollo sucesivo del papado, o mejor de una reforma de Occidente.
-Durante el dominio latino sobre la isla, la jerarquía ortodoxa se encontró en un estado de opresión. ¿Cómo se restableció después la jerarquía? ¿Cómo se llegó al título de etnarca?
Theodor Nikolaou: La jerarquía ortodoxa no fue solo oprimida, sino directamente eliminada. A raíz de las Cruzadas, en particular de la tercera Cruzada, la isla fue ocupada en 1191 por Ricardo I Corazón de León. Fue entonces cuando comenzó para Chipre la época del “dominio franco” que duró hasta 1571 (al final bajo los venecianos). El dominio extranjero, que duró casi 400 aos, fue muy gravoso para la Iglesia de Chipre. Poco después de la ocupación fueron ordenados allí cuatro obispos latinos. Los obispos ortodoxos, cuyo número pasó de 14 a 4, recibieron su ordenación a través de un decreto del Papa Inocencio III de mano de los obispos latinos.
La Bulla Cypria, emanada en 1260 por el Papa Alejandro IV, estableció por ley la disolución de la Iglesia de Chipre. Las pocas diferencias dogmáticas entre ortodoxos y católico-romanos fueron en aquellos tiempos agigantadas por el odio. Este fue el motivo por el que los chipriotas consideraron una liberación la toma de la isla por parte de los turcos en 1571. Bajo los turcos, la Iglesia de Chipre tuvo de hecho un mejor trato y la posibilidad de recuperarse. Esto sucedió sobre todo a lo largo del siglo XVII, cuando el arzobispo de Chipre obtuvo los mismos privilegios políticos y religiosos del Patriarca de Costantinopla (portavoces del pueblo, derecho de apelación, etc.). Como al Patriarca de Costantinopla le correspondió el título de Etnarca para todos los cristianos ortodoxos en el Imperio otomano, así también el arzobispo de Chipre se convirtió en Etnarca para los cristianos de la isla. Con todo en esta cuestión no faltan tensiones.
-¿Cuál es el papel político de la Iglesia de Chipre hoy?
Theodor Nikolaou: La Iglesia según los ortodoxos no mira a un papel político. Su relación con el Estado debe ser la del allanamiento y de la comprensión recíproca. El tema más importante para la Iglesia es el cuidado de las almas y la salvación del alma de los cristianos. En este espíritu la Iglesia de Chipre no tiene hoy ningún papel político, sobre todo en cuanto que la República de Chipre es miembro de la Unión Europea. Pero como usted sabe, casi la mitad de la isla fue ocupada en 1974 por los turcos. Los cristianos ortodoxos de los territorios ocupados abandonaron sus casas y sus iglesias; en muchos casos han asistido a la destrucción de los edificios de sus iglesias y a la venta en los mercados mundiales de sus iconos. Es natural que en estos casos la Iglesia haya cuidado de las personas con sistemas pacíficos y ofreciéndoles consuelo. Pero no se trata de interferencia política.
-¿A qué problemas nacionales debe poner atención el Papa durante su visita?
Theodor Nikolaou: De cuanto he dicho antes, parece evidente que las dificultades que podría tener el Papa en su visita a Chipre no son de carácter nacional. Yo no me permitiría dar consejos al Papa Benedicto XVI. La dura historia entre el papado y la Iglesia de Chipre que he ilustrado antes la toma el Papa muy a pecho, y desde mi punto de vista es posible que él – como ya hizo en Grecia hace algunos años su predecesor Juan Pablo II – pida perdón por las traumáticas y malas experiencias vividas por los cristianos ortodoxos a causa de los cristianos de la Iglesia católica romana.
-¿De qué podrían discutir juntos el arzobispo Crisóstomo II y el Papa Benedicto XVI cuando se encuentren?
Theodor Nikolaou: Creo que el tema prioritario que aforntarán el arzobispo Crisóstomo II y el Papa Benedicto XVI tendrá que ver con las relaciones entre la Iglesia ortodoxa y la Iglesia católica romana. Es obvio que el diálogo católico-ortodoxo está en fase de estancamiento.
El mayor obstáculo a este diálogo son – como ya reconoció Pablo VI – los dogmas papales. Y precisamente para eliminar estas dificultades ambos líderes religiosos y todos los cristianos deberán realizar notables esfuerzos. Personalmente, ya hace cinco años, expuse en una entrevista la opinión de que el Papa Benedicto XVI es el máximo conocedor de esta problemática. Él sabe perfectamente que la Iglesia ortodoxa no reconocerá en ningún caso los dogmas papales en su actual formulación. La pregunta por ello es cuál puede ser su contribución en el sentido de un nuevo acercamiento a esta problemática. Una contribución semejante podría provenir del propio Papa.
Por ejemplo, un primer paso importante podría ser la acentuación de la importancia del papel de la Iglesia y de la colegialidad de los Obispos, dos aspectos revalorados en el Vaticano II. Estos impulsos deberían por ello provenir del Papa, porque no creo que la Comisión católico-ortodoxa sea capaz de resolver el “nudo gordiano” de los dogmas papales. En cualquier caso, el Papa y el arzobispo Crisóstomo pueden manifestar su resolución al diálogo y a realizar todo esfuerzo posible cada uno dentro de su propia Iglesia. En este sentido, el Papa Benedicto XVI jugará un papel decisivo.
-¿Cual es la dimensión ecuménica global del encuentro entre ambos?
Theodor Nikolaou: Una dimensión ecuménica global podría manifestarse en el reconocimiento por parte de ambas confesiones (la ortodoxa y la católica romana) que es necesario mucho valor para alcanzar la unidad de la Iglesia querida por Dios. Que Dios pueda dar a ambos, el Papa y el arzobispo, y a todo cristiano responsable, este valor. O llegamos, con la ayuda de Dios, al acercamiento y a la reunión de las Iglesias, o tendrá lugar una desmembración ulterior de la Iglesia a nivel mundial. Pero esto es contrario a la voluntad de Dios.
[Entrevista realizada por Michaela Koller, traducción de ZENIT]