viernes, 29 de octubre de 2010

"NOSTRA AETATE" Aniversario

Aniversario del documento conciliar"Nostra Aetate"
En el. 1965 - 28 de octubre - 2010
En- de octubre - 2010
En el recuerdo. 1965 - 28 de octubre - 2010


El dialogo judeo-católico: un proceso que inicio Juan XXIII y sello Juan Pablo II

La eliminación de alusiones hirientes en la liturgia católica y la aclaración de que los judíos no son responsables por la muerte de Jesús acercaron a los hijos de Abraham. Los pedidos de perdón de la Iglesia al pueblo judío por las ofensas cometidas por cristianos también contribuyeron.
La relación entre el catolicismo y el judaísmo estuvo signada durante siglos por prejuicios y desconfianzas. Prejuicios por parte de los católicos originados en una errónea interpretación de los Evangelios sobre el papel de los judíos. Desconfianza por parte de los judíos, producto de siglos de persecución hacia su pueblo que en el siglo XX padeció su capítulo más horroroso: el Holocausto. Prejuicios y desconfianzas pese a invocar el mismo Dios, compartir el Antiguo Testamento o Biblia Hebrea, profesando la misma fe de Abraham y de Moisés, y las enseñanzas de los Diez Mandamientos.
Pero en las últimas décadas se produjeron fuertes gestos de acercamiento desde el catolicismo, despejando sus propios obstáculos, que alumbraron una etapa de creciente confraternidad y diálogo intenso. Todos concuerdan que el gran arquitecto de ese giro fue el Papa Juan XXIII, quien en 1959 -al año siguiente de asumir su pontificado- quitó de la tradicional oración de la liturgia del Viernes Santo la controvertida referencia a ”los pérfidos judíos y los infieles”. Hoy se sabe que Juan XXIII -siendo Nuncio en Turquía- salvó a miles de judíos de los campos de concentración al entregarles certificados de bautismo.
El siguiente paso del Papa Bueno fue convocar al Concilio Vaticano II, que aggiornó a la Iglesia y abrió las puertas de par en par al diálogo con los otros cultos cristianos y no cristianos, y de un modo especial con el judaísmo. El documento conciliar Nostra Aetate acabó con la oprobiosa interpretación que le asigna responsabilidad a los judíos en la muerte de Jesús: ”Lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado indistintamente a todos los judíos que entonces vivían ni a los judíos de hoy. (…) No se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras”.
Paulo VI avanzó con su viaje a Tierra Santa, en 1964, al considerar a los patriarcas ”nuestros padres en la fe”. Pero fue Juan Pablo II quien selló la reconciliación con una sucesión de gestos históricos: fue el primer Papa que visitó una sinagoga ( la de Roma , en 1986), ocasión en que habló de los judíos como ”nuestros hermanos mayores en la fe”. Y también el primer Papa que visitó un campo de concentración (Auschwitz, en 1979). En su pontificado, El Vaticano difundió el texto ”Una reflexión sobre la Shoa” (1998), donde se pregunta si ”los prejuicios antijudíos de algunos cristianos no facilitaron la persecución nazi”.
También bajo su papado, la Santa Sede estableció relaciones diplomáticas con Israel (1993). Con motivo del Jubileo de 2000, Juan Pablo II pidió perdón a los judíos ante ”la hostilidad y la mala fe de numerosos cristianos hacia los hebreos en el curso de los siglos, que constituye un hecho doloroso”. De nuevo, interrogó acerca de la vinculación entre los prejuicios antijudíos y la persecución nazi. Poco después, durante su viaje a Tierra Santa, pidió perdón a los judíos ante el Muro de los Lamentos, evocó a las víctimas del Holocausto y dijo que la Iglesia ”está profundamente triste” por el antisemitismo de ciertos cristianos.

jueves, 28 de octubre de 2010

Musulmanes y cristianos se reúnen en Ginebra para construir un futuro común

Para publicación inmediata: 27 octubre 2010

Dirigentes musulmanes y cristianos de alto nivel, junto con estudiosos y especialistas en cuestiones religiosas, que representan a varias organizaciones islámicas y cristianas, se reunirán del 1 al 4 de noviembre en el Centro Ecuménico de Ginebra, Suiza, en una consulta internacional sobre asuntos de interés común.

La consulta internacional, cuyo tema es "Trasformar las comunidades: cristianos y musulmanes construyendo un futuro común", definirá y se ocupará de cuestiones de interés común, ofreciendo orientaciones para la cooperación entre musulmanes y cristianos, incluyendo enfoques para la acción conjunta inspirados en la fe.

Al final de la consulta, el 4 de noviembre, se publicará una declaración conjunta durante una conferencia de prensa.

La consulta será inaugurada por su Alteza Real el Príncipe Ghazi Bin Muhammad bin Talal, enviado personal y asesor especial de Su Majestad el Rey Abdullah II de Jordania, y por el Arzobispo Anders Wejryd de la Iglesia de Suecia.

Participarán también en la consulta: el secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, Rev. Dr. Olav Fykse Tveit; el Dr. Muhammad Ahmed Sharif, secretario general de la Asociación Mundial de la Dawa Islámica ; el Dr. Abdulrahman Al-Zayed representante de la Liga Musulmana Mundial ; y el Ayatollah Muhammad Ali Al-Tashkiri, secretario general del Foro mundial para la aproximación de las escuelas de pensamiento islámico.

Asistirán también el Rev. Thomas Wipf, presidente de la Federación de iglesias protestantes suizas y del Consejo Suizo de Religiones, y el Jeque Yousef Ibram, imam de la mezquita de Ginebra.

La consulta, que se basa en las sólidas bases de iniciativas y actividades realizadas en el pasado por diversas organizaciones y redes, es una iniciativa conjunta cristiano‑musulmana tanto en su planificación, financiación como participación. Los convocantes son el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), la Asociación Mundial de la Dawa Islámica , el Instituto Real Aal al Bayt y el Consorcio de Una Palabra Común.

"Cristianos y musulmanes tienen la responsabilidad conjunta de aportar lo mejor de sus recursos teológicos, espirituales y éticos para el bien común de la humanidad", afirman los organizadores.

Los organizadores esperan que la consulta "desarrolle formas concretas de construir un futuro común para conseguir sociedades más compasivas y justas, basadas en la equidad, la ciudadanía compartida y el respeto mutuo".

El jueves por la mañana los participantes visitarán la Catedral de San Pedro y el Centro Cultural Islámico y la mezquita de Ginebra, donde sus miembros se reunirán con miembros de comunidades de fe locales y la Plataforma Interreligiosa de Ginebra.

Los alrededor de 60 participantes, junto con otros invitados en la consulta, examinarán tres cuestiones fundamentales en el contexto actual de las relaciones entre musulmanes y cristianos:

Más allá de mayorías y minorías.

Del conflicto a una justicia compasiva: construir ecologías de paz.

Aprender a superar; formulación de instrumentos educativos para resolver problemas.

Durante los tres primeros días, del 1 al 3 de noviembre, la consulta no estará abierta a los medios de comunicación ni al público, pero, al final de cada día, se facilitará un resumen de los debates. El jueves, 4 de noviembre, se organizará una conferencia de prensa para presentar la declaración conjunta del grupo.

Para más información sobre la consulta y las oportunidades que se ofrecen a los medios de comunicación, se ruega ponerse en contacto con:

Oficina del CMI para relaciones con los medios +41.79.507.6363

o por correo electrónico:

El Consejo Mundial de Iglesias promueve la unidad cristiana en la fe, el testimonio y el servicio en pro de un mundo justo y pacífico. Comunidad de iglesias fundada en 1948, el CMI reúne hoy 349 iglesias protestantes, ortodoxas, anglicanas y otras que representan a más de 560 millones de cristianos, y trabaja en cooperación con la Iglesia Católica Romana. Su secretario general es el pastor Dr. Olav Fykse Tveit, de la Iglesia (Luterana) de Noruega. Sede: Ginebra, Suiza.

lunes, 25 de octubre de 2010

TERMINA EL SINODO DE ORIENTE

El Papa clausura el Sínodo pidiendo a los cristianos de Oriente más comunión
El Sínodo ha ayudado a las Iglesias orientales a conocerse mejor
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Sínodo de los obispos para Oriente Medio ha constituido una experiencia de comunión que no debería quedarse allí, sino que tendría que trasladarse a la vida cotidiana de los cristianos orientales.
Así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, durante la homilía que pronunció durante la Misa de clausura de los trabajos del Sínodo para Oriente Medio, hoy en el Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro.
Ante los más de 200 padres sinodales y colaboradores que participaron en la celebración, el Papa subrayó la importancia de esta experiencia de comunión vivida durante las dos semanas que ha durado el Sïnodo.
En especial, se refirió a las celebraciones eucarísticas realizadas cada día, “como también en la Liturgia de las Horas, celebrada cada mañana en uno de los 7 ritos católicos de Oriente Medio”.
Esto ha servido, afirmó, para valorar “la riqueza litúrgica, espiritual y teológica de las Iglesias Orientales Católicas, además de la de la Iglesia Latina”.
“Se ha tratado de un intercambio de dones preciosos, de los cuales se han beneficiado todos los Padres sinodales”, subrayó.
En este sentido, expresó su deseo de que “esta experiencia positiva se repita también en las respectivas comunidades de Oriente Medio, favoreciendo la participación de los fieles en las celebraciones litúrgicas de los demás ritos católicos y, por lo tanto, la apertura a la dimensión de la Iglesia universal”.
Precisamente, el Papa insistió en la cuestión central del Sínodo, la de la comunión entre las comunidades cristianas orientales.
Esta comunión es necesaria “en el interior de cada Iglesia sui iuris, así como en las relaciones entre las varias Iglesias Católicas de distintas tradiciones”.
En este sentido, indicó Benedicto XVI, es necesaria “humildad para reconocer nuestros límites, nuestros errores y nuestras omisiones, con objeto de poder formar verdaderamente un solo corazón y una sola alma”.
“Una comunión más plena en el interior de la Iglesia Católica favorece también el diálogo ecuménico con las otras Iglesias y Comunidades eclesiales”.
Precisamente otro de los frutos de los trabajos sinodales ha sido “la profunda convicción de proseguir este diálogo, con el fin de que se realice cumplidamente la oración del Señor Jesús, para que todos sean uno”.
La Asamblea sinodal “ha tenido presente siempre la imagen de la primera comunidad cristiana”, una realidad “experimentada en los días pasados, durante los cuales hemos compartido las alegrías y los dolores, las preocupaciones y las esperanzas de los cristianos de Oriente Medio”.
“Hemos compartido un momento importante de comunión eclesial. Ahora nos separamos para volver cada uno a su misión, pero sabemos que permanecemos unidos, permanecemos en su amor”, añadió.
Otro de los frutos de los trabajos de la Asamblea ha sido constatar la necesidad de una nueva evangelización “también para Oriente Medio”, recordó el Pontífice.
“Se ha subrayado a menudo la necesidad de volver a proponer el Evangelio a las personas que lo conocen poco o que incluso se han alejado de la Iglesia”, afirmó, recordando que este es “un tema muy extendido, sobre todo en los países de antigua cristianización”.
“También la reciente creación del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización responde a esta profunda exigencia”, explicó, anunciando la convocatoria de un Sínodo General sobre este tema para 2012.
Homilía del Papa en la clausura del Sínodo para Oriente Medio
Hoy en la Basílica de San Pedro
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía pronunciada por el Papa Benedicto XVI durante la solemne celebración de Clausura del Sínodo Especial para Oriente Medio, hoy en la Basílica de San Pedro.
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¡Venerados Hermanos,
ilustres señores y señoras,
queridos hermanos y hermanas!
A distancia de dos semanas de la Celebración de apertura, nos reunimos de nuevo en el día del Señor, alrededor del Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro, para concluir la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos. En nuestros corazones hay una profunda gratitud a Dios que nos ha donado esta experiencia de verdad extraordinaria, no sólo para nosotros, sino para el bien de la Iglesia, del Pueblo de Dios que vive en las tierras entre el Mediterráneo y Mesopotamia. Como Obispo de Roma, deseo compartir este reconocimiento con vosotros, venerados Padres Sinodales: Cardenales, Patriarcas, Arzobispos, Obispos. Doy las gracias de manera particular al Secretario General, a los cuatro Presidentes Delegados, al Relator General, al Secretario Especial y a todos los colaboradores que, en estos días, han trabajado sin ahorrar esfuerzos. Esta mañana hemos dejado el Aula del Sínodo y hemos venido “al templo para rezar”; por esto, nos atañe directamente la parábola del fariseo y del publicano relatada por Jesús y referida por el evangelista San Lucas (cfr. Lc 18, 9-14). También nosotros podríamos tener la tentación, como el fariseo, de recordar a Dios nuestros méritos, tal vez pensando en el trabajo de estas jornadas. Pero, para subir al Cielo, la oración debe salir de un corazón humilde, pobre. Y, por tanto, también nosotros, al término de este evento eclesial, deseamos ante todo rendir gracias a Dios, no por nuestros méritos, sino por el don que Él no ha hecho. Nos reconocemos pequeños y necesitados de salvación, de misericordia; reconocemos que todo viene de Él y sólo con su Gracia se realizará todo cuanto el Espíritu Santo nos ha dicho. Sólo así podremos “volver a casa” verdaderamente enriquecidos, más justos y más capaces de caminar por las vías del Señor.

viernes, 22 de octubre de 2010

El Padre Langa en Cáceres

Foto: Periodista Digital

El jueves 14 de octubre, con la presencia de D Francisco Cerro Chaves, nuestro Obispo, tuvo lugar la apertura del curso de la Delegación Diocesana de Relaciones Interconfesionales en el Aula de Cultura de Caja Extremadura.


El acto consistió en una conferencia impartida por el profesor doctor D Pedro Langa Aguilar, agustino burgalés, uno de los mejores ecumenistas que existen hoy en día en la Iglesia Católica. Esta conferencia tiene por título “ Logros y retos ecuménicos de Edimburgo 1910 para el Siglo XXI”.

En ella nos habló de la Conferencia Misionera de Edimburgo de 1910, donde se reunieron diversas Iglesias Protestantes: Luteranas, Presbiterianas, Metodistas, etc. Y la Iglesia Anglicana para dialogar sobre la Evangelización del mundo. Fue el inicio del Movimiento Ecuménico moderno, es decir, desde entonces comenzó a sentirse el deseo ardiente de unidad entre los cristianos. Deseo al que la Iglesia Católica se incorporó plenamente a partir del Concilio Vaticano II.

domingo, 17 de octubre de 2010

Palabras del Papa

El Sínodo de Oriente Medio “desde una perspectiva distinta”
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 16 octubre 2010.-
El director del diario de la Santa Sede, L'Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian, comenta en este artículo las palabras espontáneas que Benedicto XVI pronunció el 11 de octubre durante la primera Congregación General de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos.
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Con una impresionante meditación sobre la historia Benedicto XVI introdujo la Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los obispos, abierta el domingo 10 de octubre en San Pedro con una solemne celebración en la que resonaron oraciones en árabe, persa, turco y hebreo. Recordando que en el centro de las vicisitudes humanas está la encarnación de Cristo, que el Papa presentó a través de la maternidad de María, a quien el concilio de Éfeso proclamó "Madre de Dios" (Theotókos), con un título que sigue siendo muy querido para la devoción popular de los cristianos orientales.
Precisamente el título audaz consagrado por el tercer gran concilio -esta es la importancia de la palabra de Éfeso, subrayó Benedicto XVI- permite superar la desesperación del pensamiento ante la distancia insalvable en las relaciones entre el ser humano y su Creador, que quiso encarnarse en Jesús. Como san Lucas quiere dar a entender poniendo a María en el centro de los capítulos iniciales de su Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, y mostrando la cercanía de Dios.
Pero la Escritura habla de toda la historia, y el Papa lo subrayó comentando un versículo del Salmo cantado al inicio de la asamblea: Dios está en medio de divinidades que frente a él se derrumban inexorablemente. Se trata de la caída de los dioses, en el proceso doloroso que lleva a la superación del politeísmo y en la visión grandiosa de su pérdida de poder a lo largo de la historia, gracias al testimonio de Cristo y a la sangre de sus mártires.
También hoy -dijo Benedicto XVI-, cuando los dioses asumen el aspecto sin rostro de los capitales financieros anónimos que tienen un enorme poder destructor, la máscara del terrorismo fundamentalista que actúa falsamente en nombre de Dios y derrama sangre, o bien el aspecto de la droga, que es una bestia feroz, y de las ideologías contra el matrimonio y la castidad. Pero estas divinidades serán derrotadas, como sucede al dragón descrito en el Apocalipsis: trata de ahogar a la mujer con un río, pero la tierra, es decir, la fe de los sencillos, absorbe estas corrientes que quieren sumergir y hacer desaparecer a la Iglesia de Cristo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

SINODO DE ORIENTE

Arzobispo de Teherán ve en el Sínodo un llamamiento a la conversión
Habla monseñor Ramzi Garmou, presidente de la Conferencia Episcopal de Irán
CIUDAD DEL VATICANO, martes, 12 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Monseñor Ramzi Garmou, presidente de la Conferencia Episcopal de Irán, considera que, si este Sínodo de los Obispos de Oriente Medio se vive con espíritu evangélico de conversión, puede servir no sólo para reforzar la unidad entre los católicos orientales, así como con los cristianos de otras confesiones, en particular ortodoxos, y musulmanes.
"Pienso profundamente que el sínodo podrá hacer más profunda y fecunda la comunión entre católicos orientales a condición de que este evento importante se viva con un espíritu de conversión y de regreso a las raíces de nuestra vocación y de nuestra misión eclesial, que son definidas por el Evangelio y la enseñanza de la Iglesia", aclara monseñor Garmou, arzobispo caldeo de Teherán.
Por lo que se refiere al ecumenismo, el prelado considera que "el Sínodo puede favorecer y acelerar la unión entre todos los aquellos que llevan el hermoso nombre de cristianos a condición de que nuestro deseo de unidad saque su fuerza y energía del mismo deseo de nuestro Señor Jesucristo, que, al rezar por la unidad de sus discípulos, dijo: 'que todos sean uno, como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste'".
"El deseo auténtico y sincero de ofrecer testimonio de Jesús, muerto y resucitado, debe animar el diálogo ecuménico entre las Iglesias y las comunidades cristianas en vez del deseo de quedarse agarrados celosamente a nuestras sedes episcopales y patriarcales con el objetivo de conservar algunos privilegios mundanos y mezquinos, que dañan terriblemente a la causa de la unidad cristiana".
Por lo que se refiere a las relaciones con el islam, "en el que estamos sumergidos como una gota en el océano", monseñor Ramzi Garmou considera que el Sínodo puede ser "muy útil a condición de afrontar la realidad en la que vivimos con los ojos de la fe y no con el miedo o la desconfianza".
"Sobre todo, debemos tratar de descubrir el significado teológico y espiritual del 'pequeño resto' al que Jesús se dirige diciendo: 'No tengáis miedo'. Según el Evangelio y la tradición viva de la Iglesia, lo que ha hecho que la Iglesia sea misionera y que su mensaje sea creíble no ha sido su grandeza visible, es decir, el número de sus fieles, ni sus instituciones o riquezas materiales, sino la calidad del testimonio que ofrece del misterio escondido en ella y la vida de fe de sus fieles, que la hacen viva y atractiva".
"Asimismo, hay que dar una importancia particular al diálogo de vida con el islam, que, desde mi punto de vista, es más fecundo que el de las ideas y dogmas. que con frecuencia es un callejón sin salida", concluye el prelado.
La Iglesia patriarcal y la Santa Sede según el Vaticano II (I)
Para conocer mejor las iglesias orientales
Por Hani Bakhoum Kiroulos
ROMA, martes 12 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Durante la celebración de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Tierra Santa, seguimos ofreciendo a nuestros lectores un nuevo artículo de fondo para contribuir a un mejor conocimiento de las iglesias de Oriente, sus ritos, su liturgia y su vida eclesial. Escrito por el padre Hani Bakhoum Kiroulos, doctor en derecho canónico, fue publicado originalmente por la edición de ZENIT en árabe.
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El Concilio Vaticano II, muchas veces, hizo referencia a las Iglesias orientales: a sus instituciones de jerarquía y de gobierno. Este artículo y el próximo tratan sobre dos documentos que afrontan de forma más específica la relación entre la Iglesia Patriarcal y la Santa Sede. Estos documentos son la Constitución dogmática Lumen Gentium y el Decreto Conciliar Orientalium Ecclesiarum.
La Constitución dogmática Lumen Gentium
La Constitución dogmática Lumen Gentium es una reflexión de la Iglesia sobre su propia naturaleza, lo que se refiere a la auto comprensión que la Iglesia tiene de sí misma, de su función espiritual y de su organización [1]. La promulgación de la Constitución “fue el acto y el momento más significativo del Concilio y coronaba cuatro años de intenso trabajo y empeño de los Padres conciliares en la maduración de las ideas preconciliares en una síntesis” [2].