miércoles, 14 de julio de 2010

Viejos Iconos, nuevas Iglesias.

ROMA, miércoles 14 de julio de 2010 (ZENIT.org).-
La última semana de junio fue, por muchos motivos, un momento bastante particular para la Iglesia en Roma.
El anuncio del descubrimiento de los iconos más antiguos conocidos de los Apóstoles Pedro, Pablo y Andrés, atraeron gran parte de la atención mundial – gracias en gran parte a algunos sagaces y tentadores anuncios previos por parte del Vaticano.
Descubiertas en el techo de una tumba en las catacumbas de Santa Tecla, cerca de la Basílica de San Pablo Extramuros, las imágenes han sigo datadas hacia la segunda mitad del siglo IV. Fueron descubiertas utilizando una importante técnica nueva de láser que quema gruesos depósitos de carbonato de calcio, pero dejando los colores oscuros subyacentes de las pinturas originales intactos.
La calidad de las imágenes es impresionante dada su edad y la cantidad de basura que tuvo que ser removida. Cada apóstol aparece en medallones en las esquinas del techo: san Pablo, cuya imagen fue la primera que se descubrió el año pasado, es quizá la más clara de distinguir. Parece un filósofo renacentista con la cabeza calva y la barba puntiaguda. Los santos Andrés y Juan, vestidos con atuendo romano, se muestran resueltos y pensativos, mientras que san Pedro, con barba blanca y gruesos mechones de pelo, se ve sereno y distinguido.
Los arqueólogos hicieron el descubrimiento en la que quizás sea la parte más improbable de la ciudad: un sencillo suburbio lleno de algunos de los peores ejemplos de la arquitectura de los años 70. Pero al igual que la mayoría de los apóstoles, los romanos que han estado viviendo por encima de sus imágenes durante siglos son sólo gente ordinaria, viviendo su vida diaria.
Poco antes de este anuncio llegaban otras buenas noticias para la Iglesia católica en Roma: los planes para construir 51 nuevas parroquias en la ciudad.
Gianni Alemanno, el alcalde, dijo que las nuevas parroquias, financiadas con la colaboración del Vicariato de Roma, otras diócesis y donaciones de terrenos del Ayuntamiento de la ciudad, “no serán solo centros de culto, sino también centros sociales para los suburbios de la ciudad”. “Somos muy conscientes – afirmó – de que las parroquias son a menudo lugares de encuentro y de identidad en los barrios de la ciudad”.
Es difícil imaginar que Roma, una ciudad en la que uno puede visitar una iglesia diferente cada día del año, necesite más iglesias. Pero hay parroquias, como la Santa María Reina de la Paz en Tor Vergata, un suburbio de la ciudad, que lleva esperando más de ocho años para encontrar un hogar permanente. Ahora sus parroquianos podrán por fin tener uno, dijo Alemanno, una vez se hayan aclarado las complejidades del proyecto.
Pero no todo el mundo está brincando de alegría por las noticias. Los miembros de otras confesiones cristianas y religiones objetan que ellos deberían recibir terrenos, también. Alemanno se ha comprometido, por tanto, a "encontrar una manera de darles terrenos". La pertenencia religiosa, dijo, es un "valor universal", y por lo tanto responder a sus demandas es "siempre un enriquecimiento para la sociedad".
Esta respuesta es característica de Alemanno, que ha sido uno de los alcaldes actuales de Roma más favorables a la Iglesia y a las religiones. Antiguo fascista reformado, ha sido coherente en su apoyo a las preocupaciones de la Iglesia, no sólo en relación con cuestiones prácticas, sino también en sus batallas con el laicismo radical.
Algo que sin duda habría alentado a los cuatro Apóstoles.

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